Del poemario: "Palabras de la muerte de un alma en otoño" (Tu tormenta).


Hola y bienvenido al tercer poema que se integra a este tema en el que estoy trabajando, paso a paso, el duelo. Las etapas que éste presenta y cómo nos sentimos, depende de cada quien y de cómo es nuestro lenguaje emocional y sentimental. El grado de importancia, la intensidad de la situación que hayamos pasado, cómo la hayamos asumido y el impacto que dejó en nosotros. 

Aunque seamos personas diferentes, con maneras diferentes de reaccionar o sufrir, el dolor es algo que compartimos de la misma forma en la que compartimos el amor. No podemos luchar contra eso y si lo ignoramos, solo crecerá. Con el poema que leerás a continuación, notarás la incertidumbre, la molestia, el choque de la realidad y la banda que tapaba mis ojos ante la decisión que se había comenzado a tomar, donde yo no había movido ni un dedo. Se encargaron de llevarme al camino de no saber qué hacer. Yo era la que debía moverme sí o sí.

Este poema sale del poemario que estoy escribiendo dirigido a una persona en particular, el cual se divide en secciones representando los estados o el clima del cielo, del día. Me inspiró el hecho de que cada vez que discutíamos o pasábamos por situaciones de molestia el cielo se nublaba y llovía. Si era de alegría o tristeza, se iluminaba o cambiaba repentinamente de temperatura, indistintamente de la distancia que nos mantenía separados. Los poemas entran dentro de las clasificaciones de cómo los puedo relacionar, si en la sección de nubes, donde no es tan presente el dolor. La sección de diluvios, donde la etapa de no poder soportar el sufrimiento te lleva desesperadamente a escribir o expresar la necesidad que tienes sobre esa persona o la situación. 

Yo te enseñaré hoy la sección de tormenta, que es donde se explica el daño que me hicieron, donde responsabilizas a la otra parte por sus culpas y acciones y te haces cargo solo de tu parte. 


"Palabras de la muerte de un alma en otoño"

"Tu tormenta": tercer poema clasificado. 

"El eco de las palabras olvidadas en el tiempo. Retumban en mis grietas y sangran cada vez que las escucho. Sangra cada rosa marchita, sangra cada estrella esparcida en mi inmensidad. 

Sangra tu silencio y la indiferencia de tu cuerpo. Las explicaciones ambiguas y el eterno tropiezo de lo natural, llorarte se repite como una historia sin final. La melodía meláncolica de tu amor se la lleva los silencios de lo que un día creí anhelar. 

El eco de tu partida no hace más que lastimar, dejando aquí y allá el gusto de creer que alguna vez me tomaste para crear sueños y luces como niños ante esplendoroso despertar. 

    He aquí la conclusión a mi desilusión, he aquí la respuesta a mi decepción. Tanto caminar, para que me dejaras a la intemperie sin avisar; creyendo las mentiras y creyendo una realidad que, sin querer verla, me atrapaba tal cual pesadilla en una noche fría a la luz de la cruel sinceridad.

Tus ecos y tus silencios caminan en la habitación vacía; bucando cobijo, buscando un lugar para posarse; donde ya no duelan. 

Fuego y agua, agua y fuego, vi apagar lo que un día fue nuestro. 

No creí experimentar lo más ingrato, la vida duele porque al doler me da alas de creer que aún hay días, hay noches y no hay rencores. 

 Caminando ante la llamarada de recuerdos confusos o tal vez engañosos, sabiendo que lo que más arderá, serán tus palabras olvidadas en el tiempo. Donde el eco ya no será quien los acompañará sino tus fantasmas, los fantasmas de tus ojos verdes que han marcado mi vida, las anteriores y las que vendrán, reconociendo tu esencia, reconociendo las palabras que merecía escuchar, 

Te marchas como en ti siempre ha sido habitual. 

                                                                                              

                                                           Enero 2022.

 

A diferencia de mis opiniones anteriores, en este segmento dejaré expresar lo que siento, sin tratar de mediar entre las dos partes. Siempre existirán dos versiones, dos casos, dos opiniones. Pero hay días o momentos en los que solo queremos ver nuestra realidad y entender qué es lo que nos sucede, solo escucharnos. Acostumbrados de escuchar siempre a los demás o sus necesidades, dejándonos en último puesto. Esta puede ser una opinión encaminada más que todo hacia el duelo de pareja, la pérdida de esa persona y el saber que ya no está. 

No todos los días son perfectos, eso no existe, tampoco soy fan de las famosas frases: «no te rindas»«todos los días son una oportunidad, no la desperdicies». No, eso es mentira, hay días donde solo quieres hacer una cosa, debemos cumplir con nuestras responsabilidades, tampoco son días para tomar decisiones, iniciar planes o hacer cambios. Habrán días donde solo tendremos que escucharnos y no esforzarnos a cumplir expectativas, días donde tu felicidad depende de hacer pequeñas cosas o de solo levantarte de la cama y este poema representa eso. Ese día donde ves la culpabilidad del otro y tu ser solo quiere que veas de esa manera, eso si, sin cegarse a esa perspectiva, ya que lentamente comenzarás a ver los diversos puntos de vista, pero eso no es en esta parte del duelo, ahora solo rechazarás tu realidad y entrarás en un bucle de negación total, comenzando así la molestia y la confusión. 

Sí, culpa al otro y desahógate, cuestiona el por qué y grita, liberando lo reprimido. Ese ardor en el pecho disminuirá, no se irá, pero si caminarás hacia la sensación de remover y de tocar cada herida, quitando los «adhesivos» que colocaste. La «sangre» saldrá y eso está bien. Limpiarás, vaciando cada rincón de tu alma de todo el veneno que te estuvo consumiendo durante tanto tiempo. Colocarás la responsabilidad que le corresponde a cada quien en su lugar, dándole al otro lo que es suyo, sus errores y sus aciertos e igualmente harás contigo, todo tomará forma. Solo escúchate, respirando hondo. Escribe, canta, reza, camina, ejercítate. Prepara una rica comida o un postre de tu preferencia. Dibuja, rié y si quieres remodela tus espacios. Tu estilo, tu forma de caminar, tu armario, tu vestimenta y cambia. Haz eso que antes no te atrevías, así sea algo pequeñito, como comenzar a usar colores en ti, labiales llamativos; si nunca antes lo habías hecho. O usar labiales de tonalidades suaves si siempre te caracterizaste por llevar colores fuertes. Comenzando por cositas que creíste imposibles o que las veías muy lejanas a ti, reprimir ya no será una opción.

Esta etapa te permitirá soltar, te permitirá analizarte. Pues este poema lo escribí antes de que apareciera la etapa de rabia, y aún seguía ciega ante la realidad o simplemente con las esperanzas de que no fuera así. Sabía que merecía una explicación, la necesitaba, pero nunca me la dieron. Tuve que entender con los escazos argumentos, qué era lo que pasaba y llevarme a una conclusión, porque nunca la tuve y yo entre todo, lo hice. Era eso o seguir hundiéndome por las irresponsabilidades del otro. Éstaba comenzando a ver lo estúpida que había sido y lo estúpida que seguía siendo, siempre por pensar en el dolor del otro y no pensar en el mío, a tal extremo, donde el otro inconsientemente me empujó a darme cuenta del nivel tan bajo al que había llegado. Todo empezó cuestionando el por qué y ahora estoy en el momento en que cualquier acción confirma ese por qué y todo lo que dejé pasar y no deseé ver, siempre estuvo ahí y luego de sufrir hasta el último punto, lo he podido ver sin que mis miedos o la «antigua yo» lo intenté opacar por cualquier otra cosa y está bien. Mi cabeza comienza a estar en sintonía con mi corazón y con mi alma. 

No te reprimas, disfruta los días malos y siéntete mal, así sabrás que es sentirse realmente bien contigo mismo. 

Nos vemos en una próxima oportunidad con otro poema, siguiendo el hilo de las etapas del duelo. 

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