La cómplice.

 Hola y bienvenido al primer poema del nuevo tema del cual hablaré estas semanas. 

Si aún no has leído la introducción, te invito a leerla. La encuentras en la sección "página principal", su nombre es "El mundo que nos rodea". 

Este poema es uno de los primeros que escribí cuando empecé a inspirarme a escribir poemas más largos y con un tema más definido. 

La descripción y la sencillez lo componen y como dije en la introducción, estos poemas se basaran en eso. Ese momento de inspiración que de pronto surge y decides convertirlo en arte. Al admirar algo de lo cual te causa tanta tranquilidad o felicidad, cualquier sentimiento que en ti se propague con tantas fuerzas indetenibles y te haga sentir en paz o que te ilumine el propósito que tienes en esta vida. 

Aparte de eso, es como un reflejo de lo que sentimos luego de un momento muy duro en la vida, lo que nos ayuda a darnos cuenta de lo importante que es nuestro papel, no porque tengamos familia, amigos o desempeñemos un rol en la sociedad, en el trabajo o en una comunidad, es lo que sientes por ti mismo. Recobrar el valor perdido en ese momento tan difícil y darle valor a lo que te define y te rodea, así sea un árbol, el sol de las 12 pm, o un suspiro en el vacío, si te hace sentir vivo no debes ignorarlo. 

La señal del instinto recorrerá cada ángulo del ser y lo manifestará sonriéndole al cielo y éste lo llenará de poder infinito contra los demonios internos. 

La cómplice

Ella tiene la culpa, ella lo sabe todo. 

Ella cumplió mis deseos, me aconsejó y me guio. Nos ayudó, hizo que con su luz nos comunicáramos y con solo una mirada nos decíamos mil palabras en un segundo. 

Estuvo siempre entre nosotros, nos acompañaba. por sí sola hablaba y nunca se marchaba. pero al llegar ese momento que nos separaríamos y que solo nos podríamos ver poco, ella se rindió y se decepcionó, no pudo con la tristeza. cuando vio que no podía hacer nada más, decidió abandonarnos y tirar al vacío ese hermoso brillo que se reflejaba en su delicada figura. Se volvió oscura y frágil, desapareció de nuestras vidas. 

Un día me asomé en mi ventana, 

y lo primero que vi fue el cielo, tenebroso y silencioso. En un extremo estaba ella, la famosa cómplice, la que sencillamente me abandonó, ya no tenía ese brillo majestuoso y extraordinario.

Ahora, cada vez que veo el cielo está ella, que con su silenciosa e inocente presencia me sigue, pero no es la misma. 

Aún conserva su brillo, pero no como la que hizo que nos transportáramos hacia su inmensa luz. 

Gracias por ser aquella cómplice que convirtió mi vida en un paraíso. 

Gracias mil gracias mi pequeña, delicada y hermosa amiga, 

la luna. 

                                                                                       Septiembre 2015.

Este poema se puede interpretar de distintas maneras, puede que describa un amor que nació gracias a algo o alguien. Eso que represento un amor en un momento fugaz o también, el relato de una pequeña historia, el principio, el desenlace y el final de como resultó un episodio importante en su vida. Cómo se sintió el vivir feliz y luego, como se sintió vivir desde lo más profundo. Como vio el exterior o el interior, tanto de la persona, como de su vida. Un espacio tenebroso y oscuro, pero al final logró volver a ver el brillo, no como antes pero logró apreciarlo y continuó brillando como lo hace la luna, que a pesar de tener fases, de ser cambiante, siempre logra brillar al final de la noche, y yo me represento mucho con ese concepto. 

Cuando escribí este poema, había a comenzado a comprender muchas de las cosas que estaban pasando en mi vida y decidí sentarme a observar la luna. Me senté sobre mi cama, y con las cortinas abiertas me concentré en el cielo, en la vida, en lo especial que era admirar y sentirse comprendido, pues allí escribí el poema y lo guardé como otras de las pruebas de superación y de sensación única. 

Aunque sientas que todo corre y corre sin parar, solo detente justo en el momento donde estás y admira, admira las hojas de los árboles, las nubes en el cielo, tus manos llenas de orgullo y admira el camino que llevas recorrido, bueno o malo, siempre hay algo que resaltar y recordar con gran ilusión. Paraliza el tiempo, congela los pensamientos y cierra los ojos ante el viento que tocará tu rostro para darte un soplo de esperanza.