La herida
Hola y bienvenido al primer poema que publico luego de estar aislada un tiempo de mi inspiración. Este poema conformará el grupo del tema: "El iceberg de las heridas ignoradas en nuestro interior" y lo acompañarán una serie de poemas escritos en esta etapa tan fuerte y dolorosa. Éste tratara a detalle lo que vivo todos los días. No es el pasado, es mi presente.
Es muy difícil creer el hecho de cómo pude sufrir tanto, pero, en parte, ahora con más conciencia, sé que yo también decidí atravesar ese daño, tal vez porque era mi destino y debía aprender de esa experiencia de la manera más oscura posible o simplemente porque todo lo que decidimos hacer, así sea consciente o inconsientemente se regresa. Toda acción tiene una reacción y eso lo llaman comunmente: KARMA, tanto de buenas acciones como de las no tan buenas, y yo pasé por eso, todo se desenvolvió en una acción-reacción incontrolable.
El poema que te dejo a continuación, puede hacer referencia a cualquier herida que nos haya marcado, tanto como una desilusión, decepción, una muerte inesperada y rupturas. Puede tener diversos significados y eso hará que te identifiques de una manera más sencilla. Te advierto que es muy específico, pues los detalles le dan un toque realista.
"La herida".
Sigilosas gotas de sangre recorrieron mi cuerpo lloviendo dolor.
Mis ojos reclamaron tu adoración.
Gritos salvajes desgarraron mi garganta y no escuchaste ni una de mis palabras.
Sublimes sonrisas aniquilaron todas mis perspectivas; arrebatándome la vida. Rompieron cada parte de mi cuerpo, lastimándome con la peor de las estrategias.
La herida que causaste me ardió hasta lo más profundo de mis infiernos, desgarrando cada espacio de mi ser.
Cortaste cada vena de mi corazón; derramando toda mi sangre alrededor de tus sentidos, llenando los espacios más oscuros de tu perfil, almacenando sufrimiento en tus rincones colmados de miseria.
Es incomprensible la manera en que me asesinaste, introduciendo el arma blanca, haciendo estallar mi corazón y todo lo que lo componía. La inmensidad de tu odio me carcomió hasta que los minutos se convirtieron en segundos.
"El prìncipe azul" se bañó de todo el líquido rojo que recorría mi cuerpo dándome vitalidad. Su traje ya no era cándido, era carmesí.
No dejé de arrepentirme ni un segundo de haberlo hecho entrar. Pero es placentero regresar y manipular sus pensamientos. Hacerlo enloquecer, llorar y sufrir, como él lo hizo aquel 20 de noviembre, cuando sus manos acabaron inundadas de las entrañas de la mujer que alguna vez lo amó.
Junio 2018.
Es un poema muy explícito, pareciera que hace referencia a una situación específica y yo quise escribirla de la forma en la que había «sucedido», pero realmente en el momento que escribí este poema o tuve la inspiración de plasmarlo, no había sucedido alguna situación triste a tal magnitud de describir como había sido asesinada por el «amor de mi vida», en el sentido emocional, por supuesto. El relato de como aquel hombre clavándole un cuhillo en el corazón a aquella mujer, había terminado con su vida. Lo escribi desde la perpectiva de la víctima, lo que sentía al momento y lo que su asesino reflejaba frente a ella, mientras acababa con su vida. Es un poco fuerte este poema, pues hasta leerlo da una impresión de dolor. Simplemente algo me empujó a que escribiera un relato, una frase o un escrito acerca de una muerte, donde los detalles debían ser muy específicos, como si escribiera una premonición, un suceso que me esperaba, era una necesidad de escribirlo sí o sí. Recuerdo de igual forma, como mi madre se extrañó de que había escrito un poema tan –trágico y tétrico–, esas fueron sus palabras, a las que no pude responder porque ni yo sabía el por qué de tal escrito. Tres años después, descubrí que cargaba conmigo este poema en mis carpetas, lo había olvidado por completo. Al leerlo, mis propias palabras describieron la sensación que había pasado y lo que la otra persona y yo habíamos sufrido. Puedo decirte que esa herida o heridas sucesivas si me lastimaron y vi como toda la sangre de ellas se esparció en todo lo que yo más quería pero me hacía mucho daño y a la vez hicieron que yo misma me ahogara en mi dolor. No morí de forma literal pero si ahora puedo ver cómo sufría y se sintió como si me clavaran ese mismo cuchillo y era muy frecuente tener la sensación de cómo ardía mi pecho.
Dentro de esta situación, podemos apoyarnos de como, en forma más literaria, nos sentimos al perder algún ser querido. El simple hecho de perdernos a nosotros mismos también forma en nosotros una herida, muchas veces tan profunda que nos cuesta encontrar el momento en dónde comenzó todo y cómo permitimos que nos hundieran de esa manera por amor o por lucha de ego y orgullo. Es muy difícil perdonar o perdonarnos, pues muchas veces nos victimizamos. Pero, perdonar nos ayuda a avanzar. Perdonar a la persona o las personas implicadas en nuestro dolor y también perdonarnos a nosotros mismos. Sé que en nuestros pensamientos siempre aparece el "pero y si hubiera hecho" o "si realmente me amaba", "¿cómo pude permitir que me invalidara de esa manera?" Yo tengo una lucha constante de eso dentro de mí, lo que no merecía y merezco estar pasando, es una rabia muy difícil de dejar pasar. Te sientes impotente, estúpido/a y cómo observas a la otra parte, vas descubriendo muchas cosas que desconocías, como si nunca hubieras esperado tales reacciones o respuestas. Hechos y engaños. El ego es muy difícil de controlar y sanar implica también aceptar los errores y lo que aceptamos que no volveremos a aceptar. Sabes, así te hayan hecho mucho daño, entender a esa persona o personas, incluso a ti mismo es un acto muy bonito, dentro de cualquier circunstancia, pues es acto de verdadero amor y yo lo hice, gran parte, indistintamente de lo que me ha tocado entender y ver. Solo necesitas concentrarte en despertar poco a poco, darle razón y agradecer todo lo vivido. Pues aunque no lo creas, eso demuestra que realmente amas y sientes, te diferenciará y se convertirá en una característica genuina e irrepetible. Todo es 50/50, tú eres responsable de lastimar y amar e igualmente la otra persona o personas. Son decisiones, lamentablemente. ¿Inconscientes?, sí, la mayoría de las veces. «Queremos» el bienestar pero realmente lo que hacemos es empeorar las cosas por inmadurez o inexperiencia.
Detrás de cada momento en donde yo descubría alguna situación que mi corazón consideraba terrible, las heridas se iban acumulando una encima de la otra, sin permitirme sanar o detenerme a escuchar lo que mi cuerpo y mi mente me pedían. Hasta que llegó el momento donde las heridas ya no podían ser tapadas con un simple «adhesivo» y se desbordaron, volviéndome una persona llena de tanto dolor y desilusión pero sin perder la esperanza de que todo mejoraría y así fue, pero me ha costado mucho llegar a la raíz de todo y me ha ardido intensamente. De aquí parte mi opinión de tomarnos el tiempo de saber sanar nuestras heridas y dolores, porque puede que esa herida no afecte a cierto grupo de personas pero a ti si y tienes el derecho de tomarte el tiempo, cosa que no me permití y todo estalló. Hoy en día me pido mil disculpas y quiero lo mejor para mí, no puedes controlar las acciones de otras personas pues ellas mismas se encargan de decepcionarte. Tú solo encárgate de cómo te sentirías repitiendo tal dolor o de cómo se sentiría cierta persona haciéndole pasar el mismo dolor o peor. En ese momento no conocía este concepto, es empatía, hoy en día lo podemos conocer como responsabilidad afectiva.
Dentro de estas heridas, podemos mencionar las heridas de la infancia y heridas olvidadas de momentos o situaciones que nos marcaron y que solo supimos olvidar y no intentar tratarlas, porque no sabíamos cómo, sin rango específico de edad. Saldrán a la luz, sean heridas causadas o no por nosotros mismos. Acarrean mucho trabajo y dedicación.
Es importante identificarlas para así comenzar a tratar de manejar el dolor de una manera más controlada y con conciencia, es el primer paso para la sanación. Comienzas a descubrir los icebergs que albergas dentro de ti y que desconocías. Sé que este poema es algo oscuro y realmente no me caracterizo por este tipo de escritos, mi propio poema me da escalofríos. Pero el simple hecho de ver como mis palabras pueden ser eternas y que en cualquier momento o situación las podemos identificar, confirmo lo que una vez me dijo una persona muy querida:"La edad de una lectura no se guía por la edad cronológica, sino por la edad del alma".
Espero te haya gustado este primer poema, nos vemos el próximo domingo con: "La carta de un verano".
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